Los madrileños -y los que vivimos aquí desde hace muchos años- tenemos muchos tics reconocibles y probablemente incomprensibles para el resto de la humanidad. Por ejemplo nos encantan las terrazas en verano, a ser posible a dos metros de alguna calle principal donde el asfalto humee y los coches rujan, y nos encanta huir en cuanto tenemos la más mínima ocasión a la sierra y alrededores. Vaya, vaya, aquí no hay playa y pies para qué os quiero.
Es por eso, que los alrededores de Madrid y especialmente en el norte y el oeste están plagados de restaurantes populares, de ésos donde se anuncia cordero, cabrito, cochinillo, las mejores carnes rojas y gamba blanca como no se encuentra en Huelva. La realidad es mucho más prosaica, casi siempre se trata de restaurantes mediocres tirando a malos, donde se usa materia prima de segunda calidad y cuyo principal valor añadido es ser capaz de sobrevivir a las hordas de familias y sus niños cerca de lugares de valor turístico.
Entre tanta mediocridad hay sitios honestos -qué duda cabe-, quizá no situados en los sitios más bonitos, pero donde algunas de esas promesas se cumplen. Y el Santi Mostacilla de Colmenar Viejo es uno de ellos.
En esta fiesta de San Isidro, el comedor estaba atestado a la hora de comer. Lleno de gente de Colmenar, y a tenor de la familiaridad con Víctor Pombo -el dueño/maitre que afirma que él no sabe de restauración sino de llevar negocios-, habituales del local. El servicio se bate a brazo partido entre tanta familia e infante consiguiendo ser eficiente debido a la implicación personal de algunos de los componentes -Víctor ha de tomar nota de ello, porque son parte del éxito y se ha notado la salida de alguno de ellos-.
Merecen mención especial las patatas fritas con ajo, perejil y vinagre que ponen como aperitivo. Herencia de su dueño original "Santi Mostacilla", cocinero que fue de La Bola. Van estupendamente con una cerveza, porque por muy exquisitos que nos hayamos vuelto, estas patatitas y su vinagre junto con la cerveza, nos mandan de un guantazo a la infancia. Y bien felices que éramos.
Fantásticos los pimientos asados con ventresca. Asados en casa los pimientos (aunque carentes del sabor ahumado de los hornos de leña que los hubiera aupado al top madrileño) y muy bien la ventresca que juraría también está hecha en casa o en todo caso usando algún enlatado de alta calidad, quizá un poco de sal en escamas lo mejoraría. El imprescindible toque de vinagre en una muy abundante ración lo hace un muy buen plato.
Iguales o mejores las alcachofas con jamón. Las alcachofas (éstas sí sospecho de lata, sin el más mínimo rastro ácido, tan habitual en las marcas mediocres) lentamente confitadas en aceite y luego rehogadas con jamón. El aceite donde se confitaron las alcachofas es sólo correcto -y por el precio se podría haber utilizado algo mejor- siendo lo mejor la textura con la que aparecen éstas; literalmente se deshacen en la boca como el agua. No tan abundantes como los pimientos pero igualmente un muy buen plato. Imprescindible en este restaurante.
Buenos los chipirones rellenos de sus patitas, cebolla y jamón, que en su versión original aparecen sin guarnición alguna y que no es especialmente abundante, pero que cumple. El plato aparece bañado en una salsa americana "que no pica", según nos dijo el camarero. Nosotros los pedimos con arroz blanco porque el plato lo pide a gritos. Correcto.
Mejor sin duda el cogote de merluza a la bilbaína, fresco y gelatinoso deshaciéndose en lascas en el tenedor y que también se hubiera beneficiado de un mejor aceite. Acompañado de unas pequeñas gambas que no aportaban absolutamente nada ni por sabor ni por textura (totalmente deshidratadas). Espléndido plato que muestra esa vocación del local por ofrecer una excelente materia prima en preparaciones básicas. Si se quiere, se puede.Nos han ofrecido cordero recién asado que tenía buena pinta -aunque siempre lejos de los asados castellanos, que nadie espere la delicadeza de los asadores burgaleses o vallisoletanos aquí- y manejan unos guisos que ofrecen en raciones pantagruélicas como las pochas con perdiz, imposibles de acabar.
Escasísima y cara carta de vinos aquejada de riojitis y postres de la casa que en su mayoría no son tales -a menos que la cuajada la envasen ellos mismos, tapa de plástico incluída-. Pacharán, nueces y pasas por parte de la casa. Sin vino, con cafés y sin postres e incluyendo una botella de agua y una cerveza, 40 euros por cabeza. Merece la pena el viaje, porque en Madrid, no andamos sobrados de honestidad en los restaurantes.
Me apunto al estupendo sistema de puntuación de Eldiletante, distinguiendo entre puntuación general y puntuación de emoción. Así que:
Puntuación: 6,5
Emoción: 6,5
Actualización: La receta de las patatas con ajo y perejil es bien sencilla. Se frién unas patatas cortadas finitas, se maja en un mortero abundante ajo, perejil y vinagre. Se sacan las patatas, se secan en papel absorbente y se pone encima el majado. Son un aperitivo rico.
15/5/07
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7 comentarios:
Veo que te gustó lo de la "emoción"
;-)
Eldiletante, es que está muy bien pensado el tema de la emoción. Hay algo en ese restaurante que le hace estar por encima de la cocina. Creo que la nota de emoción es directamente proporcional a la sonrisa con la que uno sale del restaurante
Hola Ligasalsas,
Coincido contigo en la opinión sobre Santi Mostacilla. Creo que se trata de un restaurante muy honesto, y las patatillas con vinagre y ajo son un vicio...
Creo que los dueños del abrieron hace poco un restaurante italiano por la zona. No lo he podido visitar aún, pero me gustaría saber si mantiene el estándar de calidad y precios razonables.
También me han hablado de otro restaurante de Colmenar que está bastante bien, ¿puede ser el Ocho (o algo así)?.
Un saludo.
Ligasalsas , te parecerá increible ,pero en Comenar Viejo hace muchos ,muchos años , era muy tipico el comer esas patatas al ajillo de Santi....¡¡¡pero en bocadillo!!!, las ponian en un bar de la calle de la feria , no recuerdo el nombre, pero cerca de otro clásico colmenareño llamado La Sota de Bastos, que hoy ya no existe y donde ponian de tapa un guiso de jabalí estupendo.
A Santi tambien merece la pena ir en otoño a tomar muy buenas setas de cardo
En bocata... pues ahora que lo pienso mmmm... :).
En ese último comentario podéis ponerme la cara de Homer, era la que ponía.
Totalmente deacuerdo. En Santi Mostacilla he tomado tomado la mejor carne de buey y las mejores alcachofitas de la sierra, y eso que en la sierra de guadarrama dan muy buena carne en muchos sitios. Las fabes con perdiz también estan de rechupete. Lo mejor dejarse aconsejar por Victor, el dueño.
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