15/12/09

Cumbre gastronómica 2034

El palacio de Oriente se viste de gala, la tensión se puede palpar en el ambiente; el grupo formado por los ocho gastrobloggers más representativos del ya consolidado entorno gastro-tecnológico español entra escoltado por el ejército ante los gritos airados del pueblo que, soportando el frío y la nieve de este diciembre del 2034, se manifiesta en su contra con pancartas en la plaza.

Pero pongámonos en antecedentes, el ejecutivo va a aprobar un proyecto de ley que prohibirá el menú largo de degustación. Se propone legislar un máximo de 5 platos por menú, el texto incluye además un párrafo específico para prohibir el prepostre y limita a un máximo de tres espumas, un aire y dos sferificaciones por menú. Siendo esto grave, la parte más sensible del anteproyecto es la exigencia de que cada nuevo aspirante a bloggero deberá superar un duro examen -todavía por determinar- donde acredite su experiencia y renovar dicha licencia cada 3 años.

¿Qué podía mover al gobierno a tal medida fascista? La recién elegida ministra, Elena Chendo intenta explicarles que las presiones de las manifestaciones populares son insoportables. "El pueblo exige medidas, os considera culpables de inflar egos sin razón y están hartos de tardar cuatro horas en comer", musita ante la asombrada mirada de sus interlocutores que, prestos, twittean desde su Iphone 7GX el mensaje a los cuatro vientos. "¡Acabaréis con la nueva gastronomía!", "¡Limitáis nuestro derecho a la gastronomía como arte! ¡La vanguardia nos necesita, queremos expresarnos!", tac-tac-tac, los dedos golpean el cristal del móvil, y los sonidos de las palabras resuenan a la par en el eco que hace la cúpula de la sala y en internet. De repente, como un trueno, suena la melodía del bolero del anciano cantante Raphael en la Blackberry de Chendo interrumpiendo la reunión; se hace el silencio, es el presidente con buenas noticias: se permitirá la sferificación inversa -uno de los puntos más conflictivos- y la concesión de Licencias Gourmets se realizará sin más control que aprobar un sencillo examen teórico. La nueva norma exigirá, eso sí, distinguir un Saint Emillion de un Pomerol -este punto intocable, dada la afición del presidente a los vinos de Burdeos.

¡Queremos producto-producto-producto! ¡No nos gusta la clorofila!, ¡Abajo el tupinambo! ¡Vivan las alubias de Tolosa con morcilla! Los avezados gastrónomos escuchan con disgusto los gritos del asilvestrado populacho que tira huevos a las ventanas. Hay discrepancias entre los componentes del ilustrado grupo, el enoblogger más joven se niega siquiera a considerar una respuesta, se levanta y abandona la reunión indignado mientras, microbloggeando con una habilidad inusitada, transcribe su frustración sin apenas mirar al teléfono. Lo que queda del grupo considera, por fin, la propuesta insuficiente y decide solicitar una reunión cara a cara con el presidente; han de hacerle entender que donde antes había pintura y literatura, ahora hay gastronomía, nuestra nueva y casi única expresión artística, la más brillante si excluimos el fútbol.

Martillean en el correo los mensajes de las decenas de lectores de los blogs: "ping, ping, ping". Exigen saber qué es lo que está pasando ahí dentro y la presión se hace insoportable. De repente algo inesperado; justo cuando el líder del grupo, nervioso y con la frente perlada de sudor, se empieza a dirigir a la ministra, la sala se queda sin cobertura 7G. "¡Espera, no estamos conectados!" clama al unísono la camarilla de gourmets. Se rearrancan los terminales con desesperación. "Esto es un boicot de la Cofradía Integrista para la Defensa de los Platos de Nombres Cortos" sospechan con rabia.

El cónclave se suspende inmediatamente, sin Twitter como fedatario, no hay acuerdo. La ministra, abandona la reunión suspirando aliviada, son ya las dos de la tarde y se acerca al pequeño restaurante de Arenal que se anuncia con cierta petulancia como casa de comidas caseras. El menú del día de hoy arranca con un preanteaperitivo de lentejas biodinámicas liofilizadas con chorizo ecológico en carpaccio y espuma de bacalao de piscifactoría. "No llego a la oficina hasta las 5 por lo menos, a ver si aprobamos la puñetera ley", piensa resignada mientras aparta el bacalao con cara de asco.

Foto que ilustra: Frutería y Huevería. Calle Carranza, 15 (1900)