4/7/15

Prólogo a las vacaciones (I): Ferrajulio

Este año el verano empieza a primeros de mayo. Como en Mary Poppins, el viento, el sol empiezan a cambiar y yo llamo a la agencia de viajes. Hay cien mil y ningún preparativos que hacer: encontrar la sombrilla, escondida en algún rincón del trastero, bajar un quintal de vídeos de dibujos animados para el niño, mirar en el mapa si paramos aquí o allí, si será mejor hacer noche antes, que el niño es todavía muy pequeño o quizá fuera conveniente madrugar, que hace más fresco.

Unas semanas más tarde Madrid empieza a arder. El tráfico se desliza por una asíntota hasta llegar al nivel basal que marcan los que no tiene opción, y los minutos sudan, les cuesta llegar a la sesentena. El ferrajulio presiona como una prensa de hierro fundido que baja suave y despacio, machacando sin pararse a mirar qué hay debajo.

Me defiendo ofreciendo la liturgia completa de quien se va a ir con pocas ganas de volver.

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