La A6 se despliega delante de nosotros como una alfombra caliente y gris enorme. Este año ya no oiremos a Íñigo en la radio, además la señal de la emisora se pierde justo cuando las cuatro torres se hacen pequeñas en el retrovisor, apenas a treinta kilómetros de Madrid. Castilla empieza a ensanchar, del color del trigo.
Pero el único que oye la radio soy yo, Sonia y Gabriel discuten sobre la mejor opción entre la lista de películas que he descargado en la tablet. Vamos pesados de equipaje, a unas vacaciones largas, como las de Verano Azul; llevamos la maleta llena y un Euromillón en el bolsillo, acaso no hubiera que volver.
La autopista despalilla vehículos hacia Segovia y Ávila; son los que van "al pueblo". Llegando a Tordesillas. toca parar, ójala Google Maps.en lugar de recomendar bares por su comida lo hiciera por la limpieza de los baños. Suelo elegir la cafetería con menos camiones.
Llegamos por fin a Benavente. No hay más: el hotel es una maravilla, el clima inmejorable, la gente amable y qué precios. Además venden ancas de rana en las carnicerías. Durante unas horas soy, oficialmente, el Rhodes de Benavente.
Comemos en el mesón del Pícaro, uno de esos pequeños milagros que suceden de tanto en tanto en Castilla: el marisco es estupendo y el cordero, al que le sobran unos minutos en el horno, de un tamaño política y deliciosamente incorrecto.
2 comentarios:
Que alegría ver de nuevo a alguien por aquí !!
No sea tímido y no deje el asunto a medias, sería un gran acierto reactivar este blog.
Saludos.
Un grandísimo acierto, don Liga. Anímese. Todos sus fans se lo agradeceremos.
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