El 7: Esto es chope
El primero sale a la plaza y blandea al tercer capotazo, "!Chope, que esto es chope¡" le increpa el más pintoresco del tendido al ganadero. El individuo mantiene la atención de sus vecinos de sitio, del tendido, se le oye por toda la plaza y mantiene una tensión con el resto del público jaleada entre insultos. Aprovecha los lances en los que no hay apenas un rumor en el ambiente, dejándose la laringe, para expresar sus opiniones, siempre negativas. Tanto da que abajo se estén jugando la vida, lo único importante es que se le escuche, que se le oiga estar en desacuerdo, encantado de ser el centro de atención busca la confrontación. Cinco metros más allá le increpa con dureza una señora: "eres un cáncer para esta plaza", él sonríe y con chulería le responde "A ver si la culpa va a ser mía, dice", mientras jalea los naturales del maestro con un "miau" irónico, para que a todo el mundo le quede claro que el bicho de 600 kilos es un gatito.
El 7: ¡Acércate más, que estás toreando por internet!
Tras un par de buenas tandas en el segundo, la plaza aplaude. Se ríe y grita con rabia "Podéis aplaudir, podéis aplaudir", él es Antoñete, Ordóñez y Esplá, la esencia del toreo. Sabe lo que está bien y lo que está mal aunque salvo raras excepciones está todo mal. Se desgañita cuando desde la plaza le sonríen antes de empezar la faena, se la toma como algo personal –no podía ser menos, que para él este sí es un juego de vida o muerte- y la toma con el chaval "¡Cómplice, eres un cómplice!". No hay la menor esperanza de que disculpe al torero ante la ausencia de bravío en el animal, mezcla las churras, las merinas y gorrinos duroc. Es más, si en algún momento hubiera una oportunidad de que se ligaran tres pases, una posibilidad de disfrutar mínimamente, ahí está él para evitarlo, boicoteando los silencios y el respeto de la plaza.
Unos pocos: Eres un cáncer para esta plaza
¡Que noooooo! Es el grito favorito del líder del 7, dejando claro que él lo haría de otra manera, de la buena. En el tercero, el sol a punto de ponerse, se monta un buen guirigay, algunos chavales jóvenes le echan en cara que su comportamiento no es el mismo con el ganado de Victorino Martín, vecino en San Agustín de Guadalix de los miembros más beligerantes de esta intifada taurina. Cosas de la amistad, quizá del interés, al menda le parece que los toros de San Agustín mansean menos, blandean menos. Pero este no es del hierro que le gusta y, vociferante, entendido y exigente, se ofrece a bajar y torearlo él mismo. "El toro no vale, aún si bajara yo…", ante la media sonrisa de algunos de sus vecinos. Creo que más de uno le regalaría el capote con tal de verlo cantinflear en la plaza. Mientras matan al sexto, con el torero jugándose el bigote atruena un "Muy maaaaaaal", su clásico, su favorito. Se oyen sucesivamente abucheos al toro, al torero, al ganadero, a los periodistas y al presidente, el andoba jura que no va a volver a pisar la plaza en los restos y se despide hasta mañana.
A mí según avanza la faena me va cambiando la expresión, desde la sonrisa inicial por esa ligera gracia castiza y grosera que desprenden algunos comentarios, hasta un rictus de molestia; no hay quien disfrute a su lado. El tipo no viene más que a reventar lo que tercie, a montar su bombero-torero particular, representa un esperpento valleinclanesco que dejó de ser una crítica razonada y respetuosa hace demasiado tiempo. Lo que en su momento fue sentido del humor se ha recortado, como los pitones de un ejemplar de mala ganadería, y se ha quedado en rabia y mala leche. En bajeza.
Tan cegado en su locura fanática, que está convencido de que sin él no existiría la plaza de las Ventas.
Tan enfangado en su ego que piensa que sin él no habría gastronomía en España.
Cuarto que ilustra: Muerte de un picador de Francisco de Goya
6 comentarios:
Siempre me pregunte que pasaba con esta gente, a que veian esos gritos, esa displicencia para con quien, mejor o peor, se juega el tipo frente a un bicho de seiscientos quilos y, normalmente, muy mala leche.
Tu relato me lo ha dejado claro y me ha hecho entender el malestar de la plaza con segun que gritos que por televisión no se llegana entender pero que casi siempre merecen un murmullo de desaprovación (y a veces una cacajada o un aplauso, aunque esto las menos).
Me han gustado siempre los toros. Me encanto Castella en el unico toro que pude verle esta feria (hace una semana, le corto una oreja, era el segundo suyo de la corrida con Talavante y ¿Morante?)
Me ha parecido uno de los mejores toreros de los ultimos años este frances. Valiente al menos, lejos seguramente de la categoria de un Tomas o del propio Morante el otro día, pero siempre arriesgado y en su sitio...
Que dificil es seguir esto desde la Galicia profunda...
Imposible de explicar si no se ve José Luis. A Castella le achacan que viene con el repetido pensado de casa, falta de ángel, de eso que llaman pellizco. El mismo día del que hablo se fajó con un segundo al que le sacó al menos treinte buenos segundos.
Pero yo no sé de toros. De gente retorcida más.
Que gente más rara ha venido hoy a los toros!
El 7 tiene, a mi juicio, más cosas buenas que malas. Aun teniendo muchas muy malas. Como en tantas otras cosas, lo peor, es la falta de respeto. Impresentable la actitud de algunos gritando desaforados mientras una persona arriesga su vida para que todos, el incluido, pasemos un buen rato. Impresentables aquellos que buscan más su lucimiento personal como bufones histéricos que el rigor en sus opiniones. Impresentables quienes reprenden e insultan a quienes, con mayor o menor conocimiento o justicia, aplauden lo que a ellos les parece oportuno.
En en otro lado de la balanza pondríamos la vigilanciia severa contra los incumplimientos del reglamento y en defensa del TORO, como coprotagonista de una fiesta que, sin él o con él a medias, nunca sería lo mismo.
Larga vida al 7. Si además, 3 0 4 de sus abonados tuvieran educación y respeto, todos les aplñudiríamos.
El maleducado de Fausto ha hecho de gritar a destiempo un estilo. Es muy molesto. Como tantos otros borrachos, claro. Pero no es ni líder del 7 ni nada que se le parezca.
La Plaza de Toros de Madrid está a un nivel muy preocupante. En la pasada feria, hasta que llegó Esplá, no se ha dado ni un solo natural bueno. Ni uno. Y es el único muletazo que vale (Lo demás son preparativos para poder dar naturales). No ha habido ni una corrida de toros buena (A mi lo de Palha no me gustó). Se han dado orejas de pueblo a montones. Y lamentablemente los diez tendidos, incluyendo al 7, han estado callados como putas.
Les había metido un rollo cibernético equiparable a las crónicas gastronómicas espéticas, pero por fortuna para todos Vds. se lo tragó la blogosfera.
Un par de apuntes-resumen: el Siete se terminó convirtiendo en un esperpento hace ya casi veinte años. Me crié en su andanada viendo al Ensabanao dirigiendo la orquesta en el tendido (algunos de los hoy "ilustres" del tendido bajo provienen de las alturas -"a quién defiende la autoridad"...-) y acudo de cuando en vez a ver allí los toros(en concreto, el bronce que luzco esta primavera se lo debo a su grada). Les puedo asegurar que es muy jodido ver cualquier espectáculo con el calor que allí se soporta cuando el sol te da en la jeta durante casi dos horas, así que no es de extrañar que algunos de sus habitantes vivan en un estado de encabronamiento permanente.
Compartir espacio con determinado personal es una experiencia antropológica altamente recomendable pero necesariamente nociva. Eso sí, le permite a uno ahondar en el cognos de la condición humana. Veinte años de observación permiten asegurar que lo peor de todo es que el núcleo duro del tendido carece de fundamento y criterio. Pero el personal sigue creyendo que conviene mantener ese "mal necesario". Mientras el resto siga creyendo que son la reserva espiritual torista de España así nos seguirá yendo.
Pero ese macarreo que practican se hace irrespirable ya. Nunca me han hecho gracia sus chanzas y comentarios, pero de un tiempo a esta parte en cuanto se lo proponen le joden a uno la tarde. Y no queda otra que poner cara de jugador de póker de los malos.
Espero, esta vez sí, no volver por allí en unos años, por la gloria de Giorgie Dann.
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